El historiador Pablo Palomino se refirió a su libro "La invención de la música latinoamericana" publicado en inglés en medio de la pandemia por la editorial de la Unidad de Oxford. Tras su paso por la UBA Palomino continuó con sus estudios en Estados Unidos, donde realizó un doctorado y un post-doctorado. Su libro fue traducido al castellano y en los próximos días saldrá a la venta en nuestro país por el Fondo de la Cultura Económica.
Por Radio Provincia, el autor de la obra sostuvo que la intención fue explicar “cómo música tan diferente como la de los rancheros mexicanos, la de los cortadores de caña cubanos o la de los malevos porteños tienen una misma identidad cultural”. En ese sentido, advirtió que “se podría pensar que primero hay una identidad política y luego eso se traduce en la música. Sin embargo, lo que encontré es que la retórica musical es anterior a la Revolución Cubana y que arranca en los años 20 y 30. Es una historia de músicos, compositores, pedagogos, productores que solían combinar países, ciudades y géneros dentro de América latina y entre América Latina y el mundo”.
Palomino señaló que “cada uno de los capítulos del libro aborda un ángulo de esta larga historia para mostrar que la música latinoamericana es el fruto de una sensibilidad estética y política latinoamericana”. Sostuvo que para realizar el trabajo, parte de la pregunta “cómo es que se llamó latinoamericano a toda esta tradición musical” y para eso “decidí recortar a partir de mis posibilidades físicas y logísticas para ir a archivos y estudiar todos estos personajes”.
En diferentes lugares se encontró con que “el grueso de la bibliografía de Brasil y de Argentina eran aproximaciones nacionalistas. Generalmente el que estudia la historia de la música argentina va a archivos argentinos y se fija cómo los artistas argentinos hablaron de la Argentina y lo mismo en Brasil. Entonces el enfoque anticipa lo que uno va a encontrar. Por lo tanto empecé investigando redes trasnacionales e institutos globales en la música de ambos países en la época del nacionalismo, en los años 30, y encontré que los pedagogos, los artistas, productores estaban totalmente globalizados”. A eso le sumó que, “viviendo en Estados Unidos, aprendí la importancia de México en esta historia, y por eso son los tres países son ejes de la investigación”.
El historiador enfatizó que en su libro “muestro que la música es parte de una serie de proyectos de integración regional, que parte del principio de que el desarrollo cultural de un país es parte del conocimiento de la historia cultural de una región y de políticas que la integren al mundo de manera creativa y virtuosa”.
En tanto, destacó que años después al periodo del nacionalismo aparecen figuras como Ney Matogrosso, quien entre los 70 y 80 se convierte en un ícono contracultural. Precisó que en 1985, cuando está terminando la dictadura brasileña, se organizó el festival Rock en Río, en el que participaron Queen, Iron Maiden, entre otros. “La apertura estuvo a cargo de Matogrosso, que aparece vestido de chamán con una quijada de burro en la mano cantando ‘yo soy de América del sur’ y luego ‘mi sangre latina’”, apuntó. Según Palomino “nadie se sorprendió porque a los 80 cualquier músico sabía que podía identificarse con la idea latinoamericana”, por cuanto antes de ese período “las ideas que había de América Latina eran diplomáticas y políticas, de regionalismo pero luego empieza a circular la idea de que América Latina tiene una identidad cultural a partir de 1930”.