La escritora y editora de Planeta, Paula Pérez Alonso, habló sobre la novela que acaba de publicar: Kaidú. Se trata de la historia de amor entre un perro callejero y una mujer, que modifica su vida para siempre. “Kaidú es un perro real que genera tanta curiosidad que termina siendo protagonista de un libro”, aseguró la periodista, quien agregó que “es raro que lo más próximo y domesticado como puede ser un perro, sea extrañado por la novela, que lo pone en otro lugar”.
En declaraciones a Radio Provincia, explicó que el libro “plantea que esta relación mecánica (de un vínculo amoroso) tiene que descomponerse, porque alguien tan común como un perro empieza a parecerse a otra cosa. Nos mira, nos pregunta, nos interpela, nos atrae, nos seduce”. En ese sentido, sostuvo que “la narradora empieza a registrar montones de cosas que jamás había registrado”, y resaltó que “esa es la tarea de una escritora: registrar lo que los otros no registran”.
Además, señaló que el texto “está iluminado por las lecturas que he tenido” por cuanto explicó que “cuando uno termina de escribir un libro es como que no sabe lo que hizo y a partir de las lecturas de los demás empieza a tener más idea de lo que escribís”.
En ese sentido, Pérez Alonso indicó que “lo que me dicen es que genera pensamientos y sentimientos” y reflexionó que “no hay que mirar a la naturaleza como algo fijo, quieto e inmóvil”, y que es necesario despojarnos de eso que “hemos domesticado con nuestra mirada”. Por el contrario, invitó a “poder entrar en acción con nosotros, interpelarnos y modificar nuestra mirada con el mundo”.
La escritora manifestó que “la protagonista de la novela es una chica que está formateada por algunas convenciones de la educación y cuando le empieza a pasar esto, comienza a preguntarse si es infiel a su novio con Kaidú y si es un secreto lo que están anudando. Ella se vincula con las coordenadas típicas que nosotros nos manejamos en las relaciones amorosas con los seres humanos y se atormenta mucho porque cree que tiene una relación paralela con su perro y es verdad, porque ese vínculo empieza a progresar y a ser cada vez más intenso”. Subrayó que “hay un punto de inflexión y es cuando uno empieza a dejar de comprender racionalmente todo y uno se abandona a la experiencia. Uno puede relacionarse y aprender muchísimo de otra persona sin entenderlo demasiado y sin que entre en la trituradora de la razón que congela y fija las cosas en un lugar”, cerró.