La psicóloga y presidenta de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), Valeria Paván, celebró el estreno de la película Yo Nena, Yo princesa, de Federico Palazzo, en la que aborda el proceso de Lulú, la primera niña trans a quien el Estado le reconoció su identidad. El film está basado en el libro que lleva el mismo nombre, que fue escrito por su mamá, Gabriela Mansilla, y Paván está representada como la terapeuta de la niña. “Ver mi nombre como parte de esa historia es muy loco, jamás me hubiera imaginado esta experiencia”, admitió.
Por Radio Provincia, afirmó que “el camino comenzó en 2011 cuando Luana llegó juntó con su mamá y su papá al área de salud de la CHA y comenzamos el acompañamiento”. En ese marco, destacó la militancia de Gabriela porque “no alcanza solo la letra de la Ley de Identidad de Género” y “es necesario el debate en el interior de todas las instituciones del Estado, así como en la sociedad”.
En tanto, reveló que “hoy Lulú está en el segundo año de la secundaria, con un rendimiento académico muy bueno, y está experimentando la presencialidad. Además, está haciendo amigues por afuera de la escuela y está muy contenta con la película”.
Paván también es la coordinadora de Políticas de Salud Inclusivas del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. Desde ese rol manifestó que “transicionar de un paradigma a otro más amplio de posibilidades de ser lleva muchos años” y resaltó que “luego de una demora durante los años del macrismo, este camino retomó el ritmo de nuevo”. Asimismo, señaló que, “el hecho de que esta película esté en más de 60 salas de cine de la Argentina y que haya sido la que más espectadores tuvo la semana pasada es muy importante para seguir pensándonos como sociedad, que puede alojar otras experiencias de construir identidad”.
La titular de la CHA manifestó que “después de la familia, la salud y la escuela son las dos primeras grandes instituciones que atraviesan la infancia”. Respecto de lo que sucede en el ámbito educativo, la activista destacó que, “a 9 años de sancionada la Ley todavía las familias deben cargar en sus espalda que sus hijes puedan sostener la cursada en una institución que trate de integrarles”. En ese sentido, aseguró que “hay escuelas donde se puede trabajar con toda la comunidad educativa, donde es mucho más fácil la reflexión, pero también hay escuelas donde tenemos reuniones a puertas cerradas”. Asimismo, indicó que en todos los establecimientos educativos “sigue habiendo una mirada biologicista, donde las infancias travestis-trans quedan afuera”.
Por último, sostuvo que “es posible construir otro tipo de sociedad y eso depende de que todes nosotres, que en general somos quienes nos constituimos en la barrara para que las personas travestis, trans y no binarias puedan armar su vida tal cual necesitan armarla”. De todos modos, consideró que en el tránsito “siempre hay un camino de dolor”, debido a que si bien resaltó la importancia de “acompañar a la familia para trabajar esa deconstrucción de los cuerpos aptos, después las personas salen al mundo y las instituciones les exigen performar según el modelo hegemónico y eso resulta doloroso”.