El historiador y escritor Felipe Pigna destacó la relevancia de la Batalla de la Vuelta de Obligado, que se produjo el 20 de noviembre de 1845, en aguas del río Paraná, en lo que hoy es la localidad de Obligado (partido de San Pedro).
La batalla, por la que se conmemora el Día de la Soberanía Nacional, enfrentó a la Provincia de Buenos Aires, liderada entonces por el brigadier Juan Manuel de Rosas —quien nombró comandante de las fuerzas porteñas al general Lucio Norberto Mansilla— y a la escuadra anglo-francesa, cuya intervención se realizó bajo el pretexto de lograr la pacificación ante los problemas existentes entre Buenos Aires y Montevideo.
En diálogo con “El Frasco”, por Radio Provincia, Pigna recordó que en ese contexto, los europeos pretendían establecer relaciones comerciales directas entre Gran Bretaña y Francia con las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, sin pasar por Buenos Aires ni reconocer la autoridad de Rosas como encargado de las relaciones exteriores de la Confederación.
Refirió el entrevistado que “en el momento de expansión imperialista, Inglaterra y Francia deciden bloquear el puerto y vienen 90 buques mercantes. En Buenos Aires gobernaba Rosas y en la zona angosta del Río Paraná se armó un dispositivo que consistía en botecitos encadenados con explosivos para que, cuando estuvieran frenados, se pudiera abrir fuego contra ellos”.
El historiador sostuvo que “fue una batalla heroica encabezada por Mansilla, con muchas escenas de lucha hasta las últimas consecuencias”.
Los imperialistas “lograron pasar, pero se llevaron un chasco, porque encontraron un fuerte boicot a comprar sus productos y una ausencia de dinero que no resultaba rentable” la expedición.
Consideró que, si bien “fue una defensa improvisada, provocó varias bajas al enemigo y les complicó la vida”. Finalmente “tuvieron que aceptar un acuerdo diplomático en el que tuvo que ver nada más ni nada menos que el general San Martín. Fue un acuerdo muy beneficioso para la Argentina”.
Pigna aclaró que “San Martín no estaba de acuerdo políticamente con Rosas, pero valoraba lo que éste hacía en materia de política internacional”.
Además, significó que “Rosas nunca fue una autoridad nacional, fue gobernador de la Provincia con el manejo de las relaciones exteriores de la Confederación. Por manejar el puerto estaba a cargo de la política exterior”.
En ese marco, admitió que se ha “demonizado” la figura de Rosas, que si bien “no era un santo” fue condenado por los unitarios que “necesitaban un demonio”.
“Lo que molestó a los sectores dirigentes de Argentina fue el enorme apoyo popular que tenía Rosas con medidas como el control de precios, el repudio a la deuda, eso no quita que haya hecho cosas con las que no estamos de acuerdo, como la persecución a la oposición”, señaló.