La bióloga, investigadora del Instituto Antártico Argentino y directora nacional de áreas marinas protegidas en la administración de Parques Nacionales, Mercedes Santos, detalló las tareas que se realizan para proteger nuestro mar y regular las actividades vinculadas a él.
En diálogo con Pueblo, por Radio Provincia, indicó que “la Antártida funciona como reguladora del clima”, por lo cual, “cuidarla implica cuidar nuestra vida y es un lugar que se conserva bastante bien en relación a otros mares del mundo”. La entrevistada dijo que eso es posible por la existencia del “Tratado Antártico que ha regulado las actividades durante 60 años y eso generó tener mares casi prístinos, con muy poco impacto”.
Sobre ese tratado, aseguró: “Es un unicornio y existe porque está en el hemisferio sur, su estuviera más cercano a los países del norte no estaría vigente. Participan 12 países, luego se incorporaron más. Es el tratado marco, también existen otras herramientas para regular otras actividades, pero para tomar decisiones todos los países se tienen que poner de acuerdo”.
La entrevistada aclaró que “todos los trabajos que hacemos en Antártida están en la órbita de Cancillería” y recordó la existencia de la ley nacional de Áreas Marinas Protegidas. Explicó que “la creación de las áreas marinas protegidas se vincula a proteger un ecosistema que es importante porque puede conservar la biodiversidad, proteger una zona donde hay una especie amenazada o porque tiene una alta riqueza de especies”.
Santos indicó que “al mar no se puede cercar y proteger porque es dinámico y las cosas cambian, pero lo importante es saber qué estamos protegiendo y si lo estamos haciendo bien”. Actualmente “estamos trabajando en la creación de los planes de manejo pesquero, qué se puede pescar, cómo y cuánto. Hay dos concepciones de las áreas protegidas: la de los 90 que excluye a las poblaciones locales del uso de las áreas protegidas, y otra mirada que incluye las actividades en la zona protegida. Lo que nos interesa es que esas actividades no generen impacto negativo en el ambiente”.
En otro orden, la investigadora destacó la importancia del acuerdo que se hizo con Astillero Río Santiago, donde se está reparando “un buque que recibimos como donación”. Al respecto, precisó que “buscamos tener un buque que pueda estar en el lugar desarrollando distintas líneas de investigación, que esté a disposición de la comunidad científica para desarrollar la campaña que otros organismos requieran”.
“En este momento estamos en proceso de conseguir los fondos para la completa reparación, que no es barato pero vale la pena, porque nos permite acceder a las áreas marinas protegidas y permitirá tener una nueva plataforma de investigación lo más moderna posible”, concluyó.