El historiador especializado en la historia intelectual del socialismo y el marxismo, Horacio Tarcus, habló sobre el trabajo que realizan desde el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), entidad que dirige. El docente indicó que el espacio “se formó en 1998 con la intención de reunir toda la documentación dispersa, perdida, olvidada, quemada o confiscada relacionada con el movimiento obrero, estudiantil, social, de mujeres, de solidaridad internacional, de artistas e intelectuales” y que además “es muy raro encontrar en las bibliotecas públicas porque se trata de material efímero”. Asimismo, planteó que paralelamente, el CeDInCI se convirtió en un centro de investigaciones científicas sobre estos temas.
Por Radio Provincia, explicó que comenzó a desarrollar esta tarea cuando entendió que había un drenaje de materiales históricos. En ese sentido, mencionó que “toda la documentación del anarquismo en la Argentina está en Amsterdam", por lo cual tuvo que viajar cuando realizó su tesis, lo que consideró como “una paradoja tener que salir del país para consultar algo que fue publicado acá”.
El investigador afirmó que en la Argentina “sigue sin haber un Estado que establezca una legislación que frene este drenaje y al mismo tiempo dote de recursos a las bibliotecas para que puedan comprar remates o compita con los grandes centros de estudio”. Por lo tanto, Tarcus agregó que “nuestra función es frenar ese drenaje que se va al exterior. Somos un centro pequeño que recibe este tipo de material, o cataloga, ordena y pone a consulta pública”. Según identificó, cuanta con “más de 160 mil documentos, 98 mil colecciones de revistas o periódicos, 3 mil afiches, 10 mil fotografías y 159 fondos de archivos completos (todos los papeles que deja una persona cuando falleció) y miles de cartas”.
Por otro lado, señaló que el CeDInCI cumple un rol importante por cuanto “la cultura de izquierda fue parte de la identidad constitutiva de la Argentina. Sus militantes organizaron los sindicatos, los centros de estudiantes, los espacios de socialibilidad feministas, y todo lo referido a organización, lucha, resistencia y denuncia del poder. También es un lugar de memoria frente a tantas luchas y tantos sufrimientos, en un país que tiene desaparecidos, exiliados, experiencias de tortura y de muerte. Buscamos convertir a la víctima en actor”.
Por último, resaltó que el activismo LGTBQ+ tiene su propio dentro de la institución, a través de una colectiva que busca sus propios materiales. “Acá no hay censura ni cosas que se guardan”, subrayó.