Seguido, consignó que “me quedé fascinada, me empecé a preguntar de dónde viene. Cuando llegué a mi casa me puse a buscar qué resinas había en la Argentina pero eran todas importadas y caras”.
“No había recetas ni fórmulas ni información de cómo hacerlo, así que empecé a probar en una lata de tomates en la cocina de mi casa. Era muy metódica, anotaba todo, lo que salía bien y lo que salía mal, lo que quería mejorar y así se fue formando Yumba. Empecé a llevarle a mis compañeros del conservatorio, a los músicos de la orquesta, todos mostraron entusiasmo y ahí pensé el nombre, la marca y el diseño”, añadió la empresaria.
Esmoris precisó que “la materia prima se llama colofonia que se mezcla con cera de abejas que se produce en la Provincia de Buenos Aires, se funde a alta temperatura y se vuelca en un molde. El mercado interno me superó, porque cuando abrí una página de Facebook tuve que suspender pedidos por un tiempo. Luego, para producir a gran escala necesité ayuda y fui a pedirla al Estado, a través del Fondo Semillas que funciona desde 2010 y depende del Ministerio de Desarrollo Productivo. Con eso compré lo que necesitaba de base para empezar con la empresa”.
La entrevistada indicó que con el asesoramiento estatal “pude empezar a exportar (…) de manera ágil” y luego pudo viajar a otros países a mostrar su producción. “Fue un camino de mucho esfuerzo pero siempre buscando el acompañamiento del Estado. Fue apostar, confiar, fundar una empresa y ahora exportar a tantos países, ese es el mensaje que le quiero dar a otros emprendedores: que es posible”.