Ramona Díaz llevó adelante un trabajo social importante en el Barrio Don Orione, dando de comer a mucha gente y abriendo merenderos para los chicos.
Ludmila es la hija de uno de los ocho hijos de Ramona Díaz, Gustavo Corvalán. “No conocí a mi abuela porque falleció al poco tiempo que nací pero siempre me hablaron muy bien de ella por las buenas cosas que hizo. Era una referente del barrio y muy respetada por la gente. Lo bueno que se le hizo un homenaje en vida poniendo su nombre al club”.
La joven presidenta cuenta que toda su vida estuvo en el club y que practicó varios deportes. “Cuando era chiquita jugaba al fútbol, luego pasé por el hockey, vóley, pero el que seguí hasta ahora es el handball, juego de lateral derecho”.
“Como presidenta trato de seguir con el legado de mi abuela, haciendo el trabajo social y ayudando al barrio y que el club sea un lugar de encuentro. Siempre tengo atrás a toda la familia que me ayuda a sobrellevar la responsabilidad de ser la presidenta. Para mí es un orgullo defender los colores del club, es donde me crié, es mi familia” afirma Ludmila.
Gustavo Corvalán, el padre de Ludmila, fue unos de los fundadores del Club Ramona Díaz y habla de esos comienzos. “Lo fundamos en un descampado a la vuelta de la casa donde vivíamos. Los ocho hermanos nos pusimos de acuerdo y elegimos ponerle el nombre de nuestra madre. Cuando le dijimos le causó gracia la idea. Ella era tucumana y nos crió sola”.
“Nos pusimos a cortar los yuyos y acondicionar el terreno con la ayuda de algunos vecinos que se fueron sumando. La aceptación fue rápida en el barrio y fue creciendo paulatinamente. Hoy día todo el trabajo que hizo mi madre se ve reflejado en la institución” agrega Gustavo.
La presidenta Ludmila Corvalán tiene 11 hermanos y según su padre fue elegida para este cargo “porque es muy dedicada, le gusta el trabajo social, le dedica mucho tiempo y es muy valioso. La vamos acompañando para que crezca en la conducción. La fuimos preparando para que tome ese rol” concluyó Gustavo.