En diálogo con Revolución Solar, Laureano Barrera, quién actualmente dirige la Revista Perycia, contó que la historia surgió en el contexto de una entrevista en la que por casualidad se enteró de un vínculo familiar que la unía con ella.
“En 2006 nos dimos cuenta que ella es mendocina, nacida en San Rafael, y casualmente había vivido un año en la casa de mi Abuelo. A partir de ese dato empieza una relación con ella, solía visitarla frecuentemente. Comencé a grabar algunas conversaciones sin saber que luego sería un libro”, dijo.
En relación al libro expresó que “se trata de una historia individual” y “a la vez una colectiva. Fueron 7 años de sumergirse tanto en esa historia que es difícil disociar la historia familiar y personal de cada uno con lo que se está contando. Uno conecta tanto con esta historia que pasa a ser parte de la vida cotidiana”, aseguró, para luego recordar “conversaciones con Chicha, revisión de archivos, cartas que se escribía con su esposo radicado en Italia, y también cuestiones de la cotideaneidad antes de fundar Abuelas de Plaza de Mayo”.
Al respecto, indicó que la entrevista “era una larga conversación que continuaba a veces semanalmente, otras mensualmente” y que “en el último tiempo a sus 94 años, con un principio de Alzeimer, habían veces que la encontraba mucho más lúcida, o días que se olvidaba algunas cosas o repetía otras. Pero tenía una memoria asombrosamente hacia lo más lejano, muy intacta”, remarcó.
“Su muerte encontró el libro a medio hacer, no llegó a ver el trabajo que estábamos haciendo juntos”, continuó. Seguidamente contó que un día que Mariani agradeció a una colaboradora de la Fundación Clara Anahí llamada Leticia, Barrera comprendió que dentro de la tristeza, “el consuelo de Chicha era saber que la búsqueda de Clara Anahí iba a continuar cuando ella no estuviera. Esa es una de las misiones, deudas o tareas que tenemos por delante”, concluyó.