En diálogo con 'Club Lumiere', Alejandro Hartmann, director y coguionista de 'El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas', se refirió a la repercusión que ha tenido el documental en el público: "cuando aparecés en el top ten de una plataforma, te da una idea pero no es exacta. 'Netflix', por ejemplo, es bastante reticente a dar números, por eso creo que es más fácil medir las sensaciones en las redes sociales y en lo que va contando la gente. Ésas son las mejores señales, y en particular con este documental, sucedió que hicimos un preestreno en el BAFICI donde tuvimos tres funciones de proyección en sala, siendo una buena forma de medir lo que le pasaba a la gente. Creo que ha tenido una muy buena repercusión."
Con respecto a los protagonistas del documental, "hubo mucha gente que decidió no estar. Es algo normal y respetable porque hablar sobre cosas muy dolorosas es complejo. Cavallo, sin dudas, es alguien que quise que estuviera. Hablé varias veces con él, en un momento casi llegamos a concretar la entrevista, pero por motivos personales finalmente no se logró. Hubo también algunos allegados a Yabrán que decidieron no participar.
El director audiovisual indicó que "apenas empecé la investigación, me entero que Duhalde había pasado aquella mañana por el lugar del crimen. Junto con los guionistas, nos pareció que ese hecho era el que tenía que abrir la película. Era como que los dos temas, el crimen y la política, estaban unidos desde un principio. Finalmente, y luego de mucho trabajo, logramos hacer la entrevista."
"La película es la unión de dos o tres miradas que nos venían dando vueltas a los integrantes del equipo. Cuando decidimos avanzar con el proyecto, nos pareció que hablar del crimen de Cabezas era hablar de los años noventa, de esa sensación de bonanza económica y de que el país podía ir bien. Pero esta idea iba decreciendo y al mismo tiempo la corrupción era intolerable, los casos de impunidad cada vez eran mayores y gran parte de la población se estaba quedando afuera de ese modelo. Cuando sucede el crimen de José Luis, todo era una especie de caldo de cultivo y muy complicado."
Hartmann explicó además que "hay que ser muy cuidadosos con las recreaciones. El público espera cierta verdad en el documental, no es lo mismo que una ficción. En este sentido, es fantástico el trabajo de las directoras de arte Catalina Oliva y Mariela Rípodas, como así también el de Alejandra Martín en Fotografía."
"Esta forma de hacer documentales se basa fuertemente en el archivo. Hay algo muy interesante en ese juego que se da entre el ayer y el hoy. Es invalorable lo que el archivo viene a dar. Contextualiza, te lleva a ese lugar y te permite conocer en forma directa. Es muy importante bucear en los archivos", finalizó.