“Con un poco de ayuda etílica, una noche transcribí la novela. Esta novela cuenta, basándose en el Quijote donde Quijano se vuelve loco leyendo novelas de caballería, la historia de un hombre que se vuelve loco leyendo novelas de los años `70, novelas del exilio, sobre la bohemia del exilio, películas de Pino Solanas, toda esa mística de los años `70 de la gente de clase media alta que se tuvo que exiliar, es un relato basado en esas historias. Este hombre sale a vivir como un setennauta suponemos que en los 2000 o 2010”, comenzó relatando Martín.
Al ser consultado sobre el descubrimiento de su vocación de escritor, Martin responde tajante: “Nace el escritor cuando muere todo lo demás, es eso o la muerte definitiva”. Y continua reflexionando: “Tiene que ver con la muerte lo que me pasó a mí. De chico tenia insomnio. No podía soportar que la muerte fuera tan larga. Alguien me quiso consolar con la reencarnación y durante unos meses creí en la reencarnación pero era un parche que no solucionaba el problema, la única solución que encontré fue escuchar a Alejandro Dolina a la noche, él hablaba de autores que tenían estos mismos problemas, Unamuno, Borges. Empecé a leer cosas que tuvieran que ver con la muerte”.
“La literatura no me solucionó nada, pero me hizo entretener la angustia, ni más ni menos”, señaló y luego agregó: "Me parecen ingenuas algunas cosas, por ejemplo la idea del escritor que cree que va a trascender por su obra me parece una tontería desde chico".
Martin Sancia Kawamichi también ha incursionado en la literatura infantil pero sus novelas dirigidas al público adulto lo llevaron a ser en una figura relevante de la literatura argentina de los últimos años. Autor de Hotaru, Shunga, Este pálido mundo mío y Sugøkusë.