Gabriel Merino analizó la situación Argentina en el complejo escenario mundial, y advirtió sobre la fuerte incidencia de los acontecimientos como la guerra en las posibilidades del país.
Entrevistado por Sonia Negrín y Germán Martínez en Asuntos Pendientes, por FM 97 UNE, sostuvo que “vivimos en un sistema mundial, con jerarquías, relaciones de dependencia, con centros y periferias y procesos que afectan al conjunto. Tenemos la ilusión de que vivimos en una isla y que nuestra realidad es el propio mundo y que lo que pesan son meramente decisiones nacionales, pero no es así”.
Explicó que “en 1999 se producen acontecimientos que comienzan a dibujar una transición de poder y algunas de las tendencias como el declive relativo de EEUU y el ascenso de China y Rusia. En ese período también empieza América Latina a cuestionarse un rumbo y la subordinación a EEUU”. Se da la crisis de 2001 en Argentina y el giro en Brasil con Lula en 2002, “alianza que ahora vuelve y parece que tiene muchas condiciones de victoria”.
El analista internacional consignó que “hay una guerra mundial híbrida desde 2014 que es cuando se inicia el conflicto en Ucrania y otros conflictos estructurales relacionados con la contradicción entre las viejas potencias dominantes, especialmente EEUU, versus los poderes emergentes que buscan otra distribución del poder y la riqueza mundial”.
Recordó que ya en 2019, en el Pentágono “se recomendaba estresar y desequilibrar a Rusia y llevarla a un conflicto en Ucrania”. En ese sentido, añadió que “durante el mandato de Trump el conflicto se había apaciguado porque el foco estaba más en Oriente Medio contra Irán y China. Con Biden se focaliza más en Ucrania” porque “es clave controlar las periferias de Eurasia para contener a China y Rusia”.
“Rusia con Ucrania puede ser una potencia, por eso es clave que Ucrania quede bajo la órbita de la OTAN y la Unión Europea. La pandemia aceleró el declive de EEUU y el ascenso de China”, manifestó Merino y aseguró que “ahora Europa está enormemente perjudicada porque la interdependencia con Rusia es muy grande, sobre todo por el gas. Para Alemania el gas ruso es clave para su industria química”.
Consultado sobre las expresiones del presidente estadounidense Joe Biden en relación a una III guerra mundial, insistió: “Estamos en una guerra mundial híbrida y con la agudización del conflicto en Ucrania ha pasado a un nuevo orden mundial”. Afirmó Merino que “lo que busca EEUU es un dispositivo de nueva guerra fría y vuelve a ese relato, pero la Unión Soviética era un bloque aparte, más débil, era otra dinámica la de la Guerra Fría”.
Actualmente, “de las 500 empresas más importantes del mundo, 125 son chinas y 121 son estadounidenses. El PBI industrial de China es igual a la suma de PBI de EEUU, Alemania y Japón juntos, entonces no es guerra fría, es otra guerra”.
El entrevistado consideró que hoy “en Sudamérica, China el gran jugador y eso se ve en la Cumbre de las Américas”. Agregó que “hay una crisis de la hegemonía de EEUU en el mundo y en la región. En tanto, sobre la participación de Argentina en el G7, consideró que nuestro país “tiene dos cosas que el mundo necesita mucho y más ahora, que es energía y alimentos. Rusia es una potencia en ese sentido y se está alejando del G7”.
“Si Argentina y Sudamérica quedan atrapadas directamente con Washington, con un mundo que está en declive relativo, van a tener un proceso de aumento de la pobreza, estancamiento, un escenario muy negativo. Por otro lado está China pujante, que genera un escenario de neo dependencia que nos permita vender productos primarios y aunque sea crecer algo”, lo que constituye un dilema para el país, dijo Merino. Agregó que también “hay un tercer escenario que creo que para allá se puede encaminar la cuestión, que es que en este mundo multipolar hay que construir un polo de poder y para eso hay que formar un bloque, como un Mercosur ampliado”.
Consideró el analista que “hay que tener cierta coordinación (…) una política coherente como se vio en esta Cumbre de las Américas y aprovechar esta transición de poder para construir núcleos de desarrollo”. Por ejemplo, “Argentina y Brasil producen el 25% de la proteína vegetal del mundo”, por lo que habría que promover “la biotecnología, la comercialización de granos y el litio”.