Mariano Del Mazo, periodista y autor del libro “Sandro. El Fuego Eterno” recordó al emblemático artista que hoy cumpliría 77 años.
En diálogo con Gillespi, en Perdidos en el Espacio, dijo que escribió el libro “con la admiración tardía” por el ídolo, por cuanto, “como tanta gente de nuestra generación, lo descubrimos tarde”.
“Agarramos un Sandro muy interesante en la década del 90 y nos preguntábamos cómo nos habíamos perdido semejante artista, porque era maravilloso”, señaló y calificó al famoso cantautor como “un hechicero que volvía a las mujeres hermosas y jóvenes de nuevo, era fascinante verlo en vivo”.
“Sandro tenía un gran respeto por su mundo privado que era muy curioso. A mediados de los 90, cuando muere su mamá, la vida de Sandro cambió. Le habían hecho una oferta de radicarse en Miami y grabar en todos los idiomas, pero dijo que no porque quería estar cerca de su madre”, reveló el periodista.
Reveló que “lo conocí en un cine teatro de San Miguel, en el invierno del 93”, cuando asistió a un recital por su trabajo para Clarín. “Me encontré con el manager, cuando termina el concierto me dijo que Roberto me quería conocer pero solo, sin el fotógrafo. Entré al camarín después de un concierto increíble, con todas las mujeres en llamas y me invitó un champán”.
En ese contexto, “me habló de un montón de cosas pero fuera de la entrevista, me fui con la certeza de que había hecho un amigo nuevo pero no, fue una buena nota pero él no te abría la casa y el corazón enseguida. No es que esa charla indicaba una amistad segura, era una persona muy especial”.
Entre otras cosas, “me contó cómo un día se ahogó y empezó a trepar una escalera de su casa para abrir la ventana, era un mago del relato. Por causas de sus problemas respiratorios, los últimos eran mitad música y mitad relato. Tenía tubitos de oxígeno conectados a los micrófonos”, significó del Mazo.