Mariano Llinás, uno de los guionistas del film (el otro es Santiago Mitre), dialogó con 'Club Lumiere' y explicó que "no hay tantas películas sobre la democracia porque, de alguna manera, es un tema que se da por sentado. Al terminar la dictadura, la gente sabía que se habían producido situaciones de violencia, pero el grueso de la sociedad, no se atrevía a creer en la idea del 'plan sistemático'. Lo importante es que esa sociedad que no creía después termina creyendo. La película cuenta justamente eso: cómo se le habla a una sociedad para que abra los ojos ante una realidad que le está costando ver. No es una película sobre la dictadura sino sobre la democracia."
En la película hay algunos pasos de humor, acaso para descomprimir la terrible situación que se refleja: "esa especie de sentido del humor, de ironía permanente y de relación 'un poco' cómica con los acontecimientos, viene de las entrevistas con el equipo de la fiscalía. Cada vez que entrevistábamos a alguien, siempre nos contaban que Strassera era un gran bromista. Además, recordaban el proceso que ellos habían vivido, o sea la manera en que llevaron adelante el juicio, que más allá de la conmoción y el miedo, lo que venía una y otra vez eran momentos de humor y pasarla bien. No es raro pensar que fue así porque se trataba de personas, que en su mayoría, no superaban los 25 años."
"Es la primera vez que nos enfrentamos a algo que elípticamente tiene que ver con los años de la dictadura. Nuestra generación creció con ciertos reparos sobre los films relacionados con todo eso. Veníamos con una serie de películas, que a mi criterio, eran muy malas. La óptica de la dictadura estaba atravesada por lugares comunes. Siento que es la primera vez que nos enfrentamos al desafío de narrar cuestiones que tienen que ver con la historia de los años '70 y '80 desde un lugar diferente. También es cierto que está hecha con una gran producción. Es una película comercial y de gran escala. Todavía estoy sorprendido de la repercusión que ha tenido."
Con respecto a la familia de Julio Strassera y al rol de su hijo en particular, Mariano Llinás, quien además es director, productor y actor, indicó que "además de los testimonios de Luis Moreno Ocampo y de todo el equipo de la fiscalía; estuvo el de Julián Strassera, hijo de Julio. Él tuvo una entrevista con nosotros donde nos contó prácticamente todo. Fue tan contundente y atractiva la manera en que veía y narraba la historia, que resultó natural incluirlo en la película."
Para finalizar, Llinás confesó que "de todos los guiones que escribí fue el que más me costó. Tenía muchas dificultades anteriores como el hecho de lidiar con la historia real, sobre la cual, un montón de gente ya tiene un prejuicio, una idea o una cosmovisión previa. Uno no puede hacer una película neutra donde no apueste por determinadas cosas, pero tampoco puede hacer una película extremadamente caprichosa. Es un equilibrio muy difícil de lograr."