Editorial "La pollera" anunció la reedición de la novela "El grito" de Florencia Abatte, quién a los 25 años se destacó por el relato de 4 historias que se centran en el estallido social de 2001 producto de las políticas neoliberales adoptadas por los gobiernos encabezados por Carlos Menem y Fernando De la Rúa. También, se abarcan momentos de los años 90' y la década del 70'.
En diálogo con Narraciones Extraordinarias, Abbate comentó que el proceso de escritura de El grito transcurrió "contemporáneamente a lo que estaba sucediendo, la corregí y salió a principios de 2004. Lo más llamativo es que fue reeditando en países como México en 2011, en Chile. A pesar de que creía que era muy local, parece que las crisis en América Latina es una moneda común".
Seguidamente expresó "el libro tuvo bastante repercusión cuando lo publiqué porque llamaba la atención que yo era muy joven, mujer (no había tantas escritoras como ahora), y también que me metía a narrar en primera persona con voces masculinas, como la voz de un ex guerrillero. Tenía algo novedoso y quizás escandaloso para mucha gente", consideró.
Respecto a la época, recordó "en 2001 estaba estudiando y trabajando free lance como periodista, venían recortándose los trabajos y terminé la carrera y en el momento que tenía que salir al mercado laboral. Argentina estaba desbastada, no había un peso, y en el verano me dije: es el momento de escribir una novela porque nunca tenía tiempo".
Respecto a las motivaciones, manifestó "tenía la necesidad de establecer un diálogo generacional, el 2001 fue el primer acontecimiento histórico en el que nuestra genración fue protagonista, porque teníamos el mito de los militantes en los 70', cuando volvió la democracia éramos demasiado chicos, y después vivimos los 90 que era el momento del neoliberalismo, del descreimiento, de un modelo de juventud yuppie de jovenes emresarios". Por otro lado, "habían personas jóvenes que no nos sentíamos identificados con todo ese discurso del mercado, pero vivíamos un poco en los márgenes de esa hegemonía cultural, por eso las voces que elegfí representan a esas distintas generaciones".
Madre de Plaza de Mayo durante la brutal represión del gobierno de la Alianza en 2001
Luego agregó "durante los 90 no fui parte de la hegemonía. Quienes estudiábamos Humanidades o Ciencias Sociales en los 90', teníamos un pensamiento distinto al hegemónico que era que planteaba que todo lo que hicieras tenía que servir para ganar plata y que el éxito era el triunfo económico. Si elegí estudiar letras es porque me resistía a ese discurso. Cursé con Horacio González, Cristina Ferrer y docentes que eran críticos del discurso de la época", y diferencia aquel contexto del que surgió tras la asunción de Néstor Kirchner como presidente de la nación en 2003. "Cuando veo militantes que fueron jóvenes durante el kirchnerismo, noto otra sensibilidad militante. Yo nunca tuve militancia partidaria durante los 90 porque descreía de los partidos".
Luego dedicó unas palabras a la situación actual de las editoriales y los escritores y escritoras.
"Yo no cambié tanto en relación mis comienzos, pero sí cambió el escenario. Éramos pocas y pocos porque habían pocas posibilidades de publicar", dijo. En cambio "toda la industria nacional, editoriales independientes que hoy es muy pujante con 240 sellos en nuestro país dan más posibilidades. En esos momentos habían dos opciones: o te pagabas la edición, o lograbas que te publiquen algunos de los sellos gradnes que eran Planeta, Sudamericana y Norma. Yo tuve la suerte de salir por el sello Emecé que pertenecía a Planeta".
En ese sentido, profundizó "hoy en día hay muchas posibilidaes también, entonces tampoco llegamos a leer todo. Antes con los suplementos culturales y reseñas te entreabas de lo que había, pero hoy es inabarcable porque salen millones de cosas. La prensa escrita o los suplementos ya no son tan importantes como las redes es mucho más caótico como espacio, las referencias son mucho menos claras", concluyó.