En diálogo con El Refugio, Andrés Di Tella comentó que “Cuadernos” surgió “desde que llevaba a mi hijo Rocco y a mi hija Lola al colegio tempranito. Me iba a un café a escribir cualquier cosa. Observaba, algo tan simple como la luz entrando en el café. De pronto se me cruzaba un recuerdo, y eso se fue acumulando a lo largo de casi 10 años que llevó una ardua edición por parte de los editores”.
El reconocido cineasta agregó que “hay algo mágico en el cuaderno en sí mismo”, y que comenzó a usarlos regularmente por recomendación de una amiga que le aconsejó dejar un cuaderno en la mesa de luz para poder recordar los sueños.
“No los recordaba hasta que un día lo puse, y al siguiente lo recordé. Aparecieron luego más sueños y con mayor detalle, y con un nivel de profundidad que no había experimentado en mi vida”, expresó, para luego inferir que “si paso tres o cuatro días sin tener un momento con mi cuaderno siento que me falta algo”.
Di Tella rememoró su relación con el escritor Ricardo Piglia, con quién realizó el film “327 cuadernos”, y contó que haber visto la manera en que Piglia trabajaba con sus cuadernos lo inspiró.
“Lejos de mí querer hacer un libro erudito o de cine en términos enciclopédicos, el enfoque pasa más las vivencias. Recupero en función de la experiencia, el entorno en que viví esa película, o el mundo que evocan”, manifestó Di Tella, y puso como ejemplo un viaje a la India que hizo junto a su esposa e hijo para conocer a la familia de su madre en aquel país.
“En ese viaje escribí un diario que fue la base de la película en el sentido de que extraje alguna frase o episodios, y al releerlo me pareció publicarlo de forma curda, porque ello también refleja más fielmente el momento”, dijo, al tiempo que consideró “importante mostrarse vulnerable, incompleto, lo opuesto al narcisismo. El truco de la autobiografía sirve para ayudar al lector o espectador mirar o reflexionar su propia experiencia a través de la experiencia del otro”.